jueves, 21 de mayo de 2009

Bután y el día internacional de la metrología

Parece ser que hoy (ayer ya) es el día internacional de la metrología, con su sitio oficial y todo (visto en genciencia). Se trata de la ciencia de la medida, la base sobre la que se edifica la tecnología de la medida: la instrumentación. Las principales asignaturas que imparto son intrumentación industrial e instrumentación biomédica, así que hoy debíamos estar de celebración. En las clases iniciales se diferencia entre "magnitud física" y otras propiedades de las cosas que no pueden ser medidas. Es una consderación típica que aparece en todos los libros. Eso es indudable a partir de una definición "fuerte" de medir, pero si relajamos un poco las definiciones se abre un mundo de posibilidades.

Hay un país en el mundo que lleva años intentando basar su política no en la productividad sino en la felicidad, y en vez del PIB (producto interior bruto) preconizan el uso del FIB (felicidad interior bruta). Ver, por ejemplo este artículo. Y han generado tod un procedimiento para cuantificar el FIB, una medida de la felicidad. Vale, el país se llama Bután, y como es pequeño, budista y lejano todo esto suena a cachondeo, pero no tiene porqué.

En psicología a los instrumentos de medida de este tipo de variables les llaman "escalas". Robert L. Schalock (ver, por ejemplo) es el autor de referencia de una escala de calidad de vida que, en educación y servicios sociales, ha generado un cambio de paradigama en la atención de personas con discapacidad.

La medida de la felicidad y de la calidad de vida son actividades muy importantes. Sin duda el significado profundo de la palabra medir en este contexto es distinto del usado cuando nos referimos a las magnitudes físicas tradicionales, pero sin duda merece la pena. La cuantificación es el primer paso para construir un corpus de conocimiento verdaderamente científico.

Especialmente en estos tiempos de crisis de sobre- producción, haríamos bien en tomarnos más en serio esfuerzos como el de Bután...

Imagen de aquí.

4 comentarios:

RKincaid dijo...

La felicidad siempre es interior, y si te soy sincero, me preocupa más la neta que la bruta, esto es, descontando los sinsabores y desgracias.

La obseseión por la métrica, por medirlo todo, tiene que ver con el afán de aplicación del método científico a toda forma de conocimiento, y soy bastante escéptico al respecto. Hay gente que opina lo contrario, y de hecho, parece que incluso es posible predecir qué canciones funcionarán en el mercado usando un algoritmo, que obviamente estará basado en algún tipo de métrica. A lo mejor todo es explicable científicamente pero creo que la capacidad de poder dar razón (véase Popper) de la ciencia es limitada. La ciencia no explicará nunca porqué a veces me emociono escuchando un solo de violín o porqué hay 14 apóstoles en el friso de Arantzazu.

Creo que es posible disponer de "corpus de conocimiento" perfectamente válidos y totalmente acientíficos. Aplicar el método científico siempre y en todo lugar no es lo correcto. Voy a tratar de hacer una cabriola para argumentar este punto (seguro que me la tiras por los suelos):

Tomemos una disciplina como las matemáticas y definamos el método científico a efectos prácticos como un conjunto de pasos basados en la reproducibilidad de los resultados y la falsabilidad de las proposiciones obtenidas. Supongamos que la conjetura de Riemann no ha sido probada matemáticamente (creo que se está revisando una prueba pero no hay consenso en torno a su validez).
La aplicación del método científio "á la física", sería suficiente para convertir esa conjetura en una ley: podemos obtener millones de resultados muestrales (experimentos) en los que la conjetura se cumple y es una afirmación falsable. Sin embargo no nos parece suficiente y necesitamos una prueba de un rigor intelectual superior al que nos proporciona el método científico.

Desvariando...

Un saludo

Joaquín Sevilla dijo...

En esto discrepamos. Sin duda que hay una experiencia interior, y que eso no será explicado. Pero eso no quiere decir que no haya cuestiones colectivas o generales que se puedan medir y sobre las que construir un conocimiento mas "científico".

La utilidad de esta aproximación es clara. Un buen ejemplo se ve en uso de la escala de calidad de vida de Schalock. La atención a personas con discapacidad se basaba en la percepción subjetiva del cuidador (educador, médico, etc.) de lo que le tiene que gustar al otro. Una aproximación más estructurada y objetiva ha cambiado mucho las cosas, de forma muy positiva.

No creo que cuantificar asuntos humanos les quite poesía, misterio o encanto. En cambio puede ayudar a gestionarlos mucho mejor. Yo le recomiendo a mis hijos que estudien porque es divertido y les hará más felices, no porque les vaya a proporcionar un empleo mejor remunerado. He intentado documentar esta "hipótesis" y sólo encuentro trabajos muy tentativos (encuadrados en una disciplina que llaman "economía de la felicidad") y poco conclusivos.

Respecto de las formalizaciones del método científico o del conocimeinto científico tengo que reconocer que es un asunto que no me apasiona. Tuve que profundizar un poco para defender las posturas que siento más próximas de unos ataques postmodernos constructivistas que me insistían en que hay muchas físicas posibles y que la elegida lo es por consenso social...

Sin duda que molan más los teoremas demostrados a partir de hipótesis naturales (de aceptación muy fácil) que las leyes empíricas, y mejor las leyes abstractas de aplicación a múltiples fenómenos que las particulares con muchos parámetros ajustables. Pero tampoco pasa nada por quedarse más abajo en la escala, ya se irá mejorando con el tiempo.

Encantado de que desvaríes por aquí. Saludos

RKincaid dijo...

Estimado Joaquín,

No me parece mal que se traten de formalizar, medir, en definitiva ordenar, areas de conocimiento habitualmente esquivas. Siendo economista conozco el problema de la mensurabilidad de alguna magnitudes, y los trucos que se emplean para medir lo inconmensurable. Lamentablemente algunas magnitudes, absolutamente fundamentales para justificar la aplicación de políticas económicas (estoy pensado en algo llamado excedente social y en la utilidad) son meras construcciones intelectuales imposibles de medir directamente.

El problema es cuando tratamos de sustituir conocimientos propiamente discursivos por números pensando que los números disponen de una mayor fuerza o rigor.

Un ejemplo: deportes.

Tenemos deportes como el atletismo, donde existe la posibilidad de medir de forma muy precisa los logros de cada atleta. Ganará quién tarde menos tiempo, lance algo a mayor distancia o salte una mayor altura. Es objetivable. Sin embargo hay otros deportes (gimnasia ritmica, por ejemplo), donde ese intento de objetivación se convierte en un grupo de señores poniendo notas (como si se tratase de un concurso de redacciones). ¿Es siempre mejor el primer clasificado que el segundo?. A veces sí, otras no. Eso es lo que pasa con los números en determinadas disciplinas. Nos sirven para llegar a un resultado, pero es bastante probable que no sea el resultado correcto.

La alternativa... ¿cómo lo hacemos?. Difícil, pero aunque yo el otro día bromeaba con el Trivium y el Quadrivium, a lo mejor no deberíamos olvidarlos de la dialéctica y de la retórica, en las cuales por cierto, parece ser que hay alumnos muy aptos en la UPNA según he leído.

Un abrazo

Joaquín Sevilla dijo...

Si, si que nos va bien en la liga de debate universitario; es una iniciativa estupenda.

Desde luego cuantificar requiere definiciones precisas, y que no que se mide coincida razonablemente con la idea cualitativa general que se tiene de ello. Sin duda que no es fácil.

La apreciación de matices menores, los decimales, en efecto resultan especialmente puñeteros en este tipo de cuestiones, pero siempre será mejor una medida grosera que una impresión. Las aberraciones ópticas de los telescopios no invalidan sus observaciones, aunque claro, llegan a resolver hasta un punto y no más. Pero si Galileo hubiese pensado que como el aparato de observación no es perfecto mejor lo dejamos no se habría avanzado. Aunque sea aún muy grosera la medida de la "felicidad" la "calidad de vida" la "dificultad léxica" y ese tipo de magnitudes, creo que merece la pena seguir por ese camino.