sábado, 27 de febrero de 2010

Juego + comercio = especulación

Tengo una tía abuela de origen alemán porque un hermano de mi abuela Balbina vendía naranjas valencianas en Hamburgo y en un viaje se enamoró de una lugareña. No era un huertano, sino un "broker de futuros". Iba a los campos de naranja en flor y compraba el campo entero por una cantidad. Ahí arriesgaba, porque una helada o un pedrisco supondría que luego no habría naranjas, pero por librar al campesino de ese riesgo pagaba por el campo mucho menos de lo que costarían las naranjas ya maduras. Luego vendía los derechos de esos campos en Alemania.

En el fondo un broker es un tahúr, un jugador que hace apuestas calibrando riesgos; lo mismo da el riesgo de una helada que el riesgo de que al contrario le salga un as. La apuesta es una versión adulta y evolucionada del juego, del placer de jugar del que disfrutan todos los mamíferos superiores. Parece que jugar es evolutivamente útil ya que hace que los jóvenes se entrenen para la vida real en situaciones de riesgo controlado. Los brokers son los tahúres que en vez de jugar con cartas y las reglas del poker, juegan con bienes y las reglas del comercio.

A la hora de plantear un juego, como diseñador, uno puede preocuparse por cuestiones de justicia o equidad, pero eso no se le puede exigir a un jugador en medio de una partida; este sólo quiere ganar. Toda estrategia que no infrinja las reglas del juego serán exploradas y utilizadas por los jugadores para ganar, aunque algunas nos parezcan poco elegantes o que no aportan verdadero valor al comercio. A esos jugadores les llamamos especuladores.

Visto así, me temo que la especulación es un efecto inevitable, una conclusión natural de la tendencia lúdica de la especie y del comercio (clave de la división del trabajo, la optimización de procesos y del progreso a fin de cuentas). Del mismo modo que la enfermedad es consustancial a la vida o el delito a la organización social, voy a tener que añadir la especulación al comercio como uno de esos efectos secundarios inevitables.

Toda esta divagación me la ha sugerido el mercado de derechos de emisión de CO2 (del que he sabido por Antonio Arias). Si el futuro de la producción de naranjas me parecía un concepto "demasiado virtual", lo de los derechos de emisión de gases de efecto invernadero es ya de un refinamiento sorprendente. Uno más de esos intangibles como los derechos de paso, el valor de la marca o los derechos de imagen, objetos que aunque no tengan soporte físico si tienen valor y son objeto de comercio... y por tanto de especulación.

ACTUALIZACIÓN (6-Mzo-10) El argumento está claro: de cualquier cosa hacemos un mercado y en los mercados se juega literalmente. Descubro hoy (a través de Paco Álvarez en "no es un día cualquiera" de RNE) el asunto ese de los Credit Default Swap, CDS. Unos títulos con los que se cubre el riesgo de impago de una entidad (incluido un país??!!) y con los que se comercia. En este juego hay quien gana si a la entidad le va mal, forzando cuando menos noticias en esa dirección. Vamos, agentes económicos que no solo no se alinean con el bienestar colectivo, sino que su ganancia está en la pérdida global. Para profundizar un pelín aquí y aquí, por ejemplo.

jueves, 25 de febrero de 2010

Los modos normales del movimiento de los caballos

Esta entrada está pensada para participar en la cuarta edición del Carnaval de la Física, un evento mensual que pretende reunir entradas sobre física en un día concreto. En esta edición el anfitrión es @Raelga en su blog, y ya es hora de participar, que me he perdido los tres anteriores.

A la hora de desplazarnos, las personas podemos andar o correr mientras que los caballos pueden ir de más formas, de pequeños nos enseñan al paso, al trote y al galope. Eso de tener cuatro patas en vez de dos da más posibilidades. Definir en qué consiste andar es una trivialidad, se trata de poner un pie delante del otro y repetir la operación. Para definir el trote el detalle es más complicado (como se muestra en la figura), pero la idea es igual de sencilla, se trata de una secuencia de movimiento de las patas del caballo que se repite una vez detrás de otra.

Cada una de las patas realiza una oscilación, y el conjunto de las patas, de los osciladores, realiza un patrón de oscilaciones que se repite a si mismo en cada ciclo. Justo eso recibe un nombre particular en física, se llama "modo normal de vibración". Estos modos normales son una característica de los conjuntos de osciladores que se mueven juntos, sistemas que no reconocemos fácilmente en la vida cotidiana, pero son muy comunes en física. Por eso ha merecido la pena bautizar un concepto aparentemente tan raro como ese: patrones repetitivos de varios osciladores que se mueven coordinadamente. Sin embargo cuando pensamos que correr o trotar son ejemplos de ese concepto, deja de parecer tan raro.

La figura está tomada de aquí, y aquí (al final de la página) hay un simulador precioso en el que se puede jugar con los distintos modos normales de un sistemas de muelles y pelotitas.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Busco becario con experiencia

La imagen adjunta es una captura de pantalla para fijar el enlace que supongo desaparecerá en unos días de InfoJobs.

Se busca un BECARIO con 5 AÑOS DE EXPERIENCIA.

Y claro, supongo que no se le contrata porque el despido es caro en España y si no procedemos a una reforma laboral esos privilegiados de los trabajadores no se donde van a terminar...

Escribiendo la entrada anterior, decidí no entrar en la veracidad de que son "profesiones muy demandadas", cosa que se predica de los informáticos, telecos y similar. En alguno de los artículos cuyos titulares aparecían
estudios estadísticos sobre lo mucho que ganan... Viendo estas cosas me permito dudar. Este anuncio se parece mucho más a la realidad que me cuentan mis ex-estudiantes.

El bar de los Telecos se vacía

Cuando un bar está vacío da mucha pereza entrar. Así, cuando un local se pasa de moda y empieza a vaciarse tiene un mal destino. Ahora resulta que carreras elitistas, que estuvieron de moda ven perdiendo clientela.

Todos los titulares de la figura proceden del suplemento Campus de El Mundo de hoy. En mi opinión en ellos está la pregunta y la respuesta. (Mi ventaja es que no tengo porqué ser políticamente correcto).

Los estudiantes valoran que estas carreras son demasiado difíciles de aprobar para lo que ofrecen. Siempre las han valorado como extremadamente difíciles (¿en cuanto está la estancia media de los estudiantes en títulos de 5 años nominales, en 8 o así?). A pesar de esa dificultad se mantenían porque el beneficio final era grande, y lo era gracias a un control férreo tanto de la enseñanza de ciertos contenidos como del acceso a determinadas profesiones. En la medida en que otras opciones formativas enseñan lo que requiere el mercado y la exclusividad del título ha perdido fuerza por ley, el equilibrio ha dejado de compensar.

Cuando el bar entra en barrena lo que procede es remozarlo por completo, modernizarlo, cambiarle la decoración y el nombre y hacerle una buena campaña publicitaria en el barrio. En el caso de estas titulaciones la ocasión la pintaba calva el EEES, era requisito legal reformar el bar en algún sentido. Los dueños (tras un parto de los montes digno de estudiarse en facultades de políticas o sociología) por toda modificación han acabado cambiando el color de las cortinas. No creo que eso vaya a ilusionar a los jóvenes parroquianos, la verdad.

martes, 23 de febrero de 2010

Ya que no hay dinero, hablemos del suelo.

El Campus de la Upna (campos de deporte y finca de prácticas aparte) ocupa un triángulo rodeado de grandes avenidas, de dos carriles en cada dirección. Bueno, para completar el triángulo faltan dos esquinas (señaladas por los círculos azules en la imagen adjunta). La expropiación de esos dos terrenos y su incorporación al diseño original del campus es una reivindicación histórica de la Universidad, siempre prometida y nunca cumplida.

En los últimos meses se ha cortado una de las avenidas (la marcada en rojo en la figura) por unas obras que realiza el ayuntamiento en la rotonda de más al norte. Cruzarla a diario, tan grande y tan desierta, sugiere una idea: mantenerla cortada para siempre. Por un lado se ganaría un montón de metros cuadrados, pero más importante aún, daría continuidad con el descampado del otro lado, que es nominalmente Campus (según los planes de la zona). Se dispondría por tanto de una vía de expansión para el crecimiento del Campus de la Upna que no se agotaría en varias décadas. Además, a corto plazo, se eliminarían un tercio de esas avenidas en las que ha habido bastantes accidentes, con al menos un muerto recientemente.

En estos años de crisis económica, en los que ya vemos que la subvención a la universidad está muy limitada, se podría aprovechar para avanzar en medidas de este tipo, de escaso coste económico y enorme repercusión. Lástima que la disintonía entre el Equipo de Gobierno de la universidad y las autoridades responsables de esos terrenos no permita este tipo de arreglos de beneficio común.

lunes, 22 de febrero de 2010

Jardinería tecnificada y la vida en el Campus

La semana pasada tocaba recortar los setos. Con unas sierras motorizadas (que no se porqué llaman "espadas") los iban pelando con razonable eficiencia, eso sí, el tiempo que dura la tarea en los alrededores de tu ventana no se puede hace mucho más que verles trabajar. Tener un Campus tan campestre y verde tiene sus esclavitudes: hay que cuidarlo. Lo que ocurre es que como la jardinería está tan tecnificada hoy día nos encontramos con el efecto secundario del ruido. El seto ya no se corta con tijeras (aquel Eduardo Manostijeras de Tim Burton es un anacronismo).

La situación más extrema de esta motorización de las tareas la vivimos hace unos meses, es la de los "soplahojas mini" (ver foto). Vale que en otoño, si se quieren recoger muchas hojas sobre el césped húmedo eso de soplarlas con fuerza ahorra mucho esfuerzo, pero el señor de la foto estaba "barriendo" 4 hojas secas (véanse a la izquierda) sobre cemento. Pero en vez de hacerlo con una escoba (eficiente, de bajo consumo y silenciosa) utilizó un pequeño aparato a gasolina que hacía un ruido intenso y agudo tremendamente molesto. Durante no menos de media hora estuvo mareando esas hojas a las puestas del aulario, a escasos 5 metros de una docena de aulas. Esas clases no pudieron impartirse con normalidad.

No hay que hacer que el trabajo de mantenimiento resulte más penoso de lo necesario, pero debería ser compatible con el trabajo que se mantiene. Evitar ruidos innecesarios y planificarlos en los momentos en que menos molesten las actividades académicas sería una buena práctica que de momento se echa de menos.

domingo, 21 de febrero de 2010

El huevo, la gallina y viceversa

En esos ratos de serendipia digital en que vas visitando enlaces de un lugar a otro, dejándote aconsejar, me encuentro con la siguiente frase en el blog de Juan Carlos Alcaide:
"En el corto plazo hay que incentivar CON URGENCIA EL FLUJO ECONOMICO EN LA CONSTRUCCION. Si es necesario que haya una generación entera con dos viviendas, qué se le va a hacer.."

A veces se toma como juego de palabras, pero es muy importante saber si uno trabaja para vivir o vive para trabajar, porque no es exactamente lo mismo (aunque algunas filosofías de la organización social minimicen la diferencia).

Se que el autor de la frase no es economista (lo que digo para ahorrar algunos pasos en el inevitable debate que me espera tras este comentario), pero ¿de verdad estamos bien de la cabeza? Yo creía que se trataba de organizarse para vivir más y mejor, y que en ese proceso los bienes son un medio. Parece, por la frase, que cómo vivan las personas es el medio, el número de casas que tengan irrelevante, lo importante es crear una espiral de consumo que mantenga unos indicadores en valores adecuados. Parece que si no estamos destruyendo recursos con voracidad (aunque sólo sea el suelo en el que colocar todas las cases que propone el autor) no nos sabemos organizar, y millones de personas no solo no tienen trabajo (que bien llevado seguro que no les importaría demasiado), sino que no tienen recursos con los que disfrutar de ese ocio.

En el fondo no falla la productividad en los países del primer mundo. Hoy producimos lo mismo o más que antes de comenzar la crisis, y en todo caso mucho más de lo necesario para vivir todos muy bien. Lo que falla es la organización social (socio-económica) que permita un disfrute colectivo adecuado de toda esa riqueza que se produce. Pero las personas inteligentes están ofuscadas por no se qué constructos (diría que "la ortodoxia de la economía", pero ya me lo han rebatido en entradas anteriores y no me atrevo) y en vez de enfrentar ese problema le dan la vuelta y nos proponen gastar dinero y hacer más casas como mecanismo de ... ¿desarrollo social? ¿desarrollo económico? Vale que lo del huevo y la gallina sea un dilema, pero poner el carro delante de los bueyes no admite duda.

Imagen tomada de aquí

viernes, 12 de febrero de 2010

EL mito de las 100 mejores universidades españolas

Dice el titular "Ninguna universidad española entre las 100 primeras del mundo". Y empiezas a leer para descubrir que la primera española es la Complutense, que si las privadas, que si las virtuales y un montón de análisis sobre una clasificación de la que no se sabe en que se basa hasta el final. Y aún así no se deja muy claro. "El estudio mide la presencia web de los centros a través de los motores de búsqueda más conocidos". Vamos que la investigación de un centro es lo que sale del Google Académico (para qué complicarse con el WOK o cosas así).

En fin, el estudio es muy probable que esté bien hecho, incluso los autores dan indicaciones sobre la no concordancia entre lo que sale en la clasificación y datos más realistas debido a estrategias diferentes de presencia web. ¿Ese titular?... Falta un dato importante para analizar los resultados de la clasificación ¿están ponderados los datos por tamaño? Curiosamente las universidades que aparecen en los primeros puestos son las más grandes, mientras que las que se tienden a considerar muy buenas aunque bastante pequeñas (Carlso III, Pompeu Fabra, Catabria, ...) no aparecen. No es raro que la presencia web, a igualdad de otros parámetros, sea proporcional al tamaño de la universidad.

Es bastante probable que no haya ninguna universidad española entre las 100 primeras sea lo que sea lo que midamos en la lista, tampoco vamos a ampararnos en detalles psudotécnicos para eludir la discusión, pero ¿sería esperable? ¿Es tan malo ese dato?

El sistema universitario español tiene la característica de ser bastante homogéneo, todavía no ha habido una diferenciación importante que de lugar a universidades mucho mejor esque otras. Un poco si, tampoco hay que esconderlo, pero no demasiado; no hace tanto que las distintas universidades españolas eran casi sedes de la misma entidad. Así, en vez de mirar las universidades de una en una, podemos mirar al sistema universitario completo por países. Esos datos muestran un posicionamiento ligeramente inferior al que ocupamos en el ranking de PIB o en el medallero olímpico (como ya veíamos hace un tiempo). Vamos, que el sistema universitario español está a la altura del país. Ante ese hecho, solo hay dos formas de conseguir ese mito de posicionar universidades concretas en el top 100 (habría que ver de que escala, pero bueno): una posibilidad, la correcta, es invertir mucho más en las universidades, la otra es desequilibrar la inversión, de forma que aunque la media esté en el mismo sitio, algunas estén mucho más arriba (claro que algunas pasarán a estar mucho más abajo). Como dijo Quevedo, entre el clavel y la rosa, su majestad escoja.

Espero que a Andrés Diplotti no le disguste que haya tomado esta viñeta de su excelente blog para ilustrar el ejercicio periodístico que supone el titular comentado respecto del estudio del que surge.

ACTUALIZACIÓN (18 feb 10). La descripción del Ranking y su comparación con el más famoso internacionalmente (el de Shangai) se puede encontrar aquí. Y no, no hay ninguna corrección por tamaño, son cuatro indicadores muy sencillitos cuya correlación con lo que se quiere medir está muy publicitada pero nada corroborada. Toda la web es confusa, mezclando objetivos, hipótesis, resultados y frases publicitarias.

jueves, 11 de febrero de 2010

Rodadas en la nieve: Un efecto y su contrario

Esta mañana, con un frío más que respetable, he tomado la foto adjunta. Había una fina capa de nieve que había sido consolidada tanto por las pisadas como por las rodadas de los coches. Así, al deshelarse un poquito en el suelo solo queda nieve donde ha sido pisada, habiendo desaparecido en el resto del suelo. Sin embargo eso no es lo normal, lo más habitual es que en una carretera nevada las rodadas de los coches deshielen, y tengamos una situación negativo de la fotografiada, hay nieve donde no se ha pisado. De hecho, aunque no se aprecie tan bien, en la misma foto podemos ver como la misma rodada genera los dos efectos, en la zona marcada con la flecha inferior sirve para conservar la nieve, mientras que en la señalada por la flecha que está más arriba la rodada borra la nieve.

En ambos casos nos encontramos con la misma causa física: un aumento de presión sobre la nieve. Y esa causa puede generar efectos distintos, incluso contrarios, dependiendo de las condiciones de la nieve. Si esta se encuentra muy fría, lejos de su temperatura de fusión, el aumento de presión no la funde, y a cambio la compacta, eliminando burbujas de aire y apelmazándola en un bloque. A esa nieve le costará más deshelarse que a la que no ha sido presionada (es lo mismo que ocurre cuando hacemos una bola o un muñeco de nieve). En cambio cuando la nieve está próxima a su temperatura de fusión a la presión atmosférica, un aumento de presión la lleva a condiciones de líquido y se funde.

CODA:
Aparte de la observación en sí (nunca me había fijado antes) y de que se explique de una forma relativamente sencilla, me llama mucho la atención como la misma causa puede producir efectos opuestos dependiendo del estado del sistema que la recibe (la temperatura de la nieve en este caso). También es curioso notar como aparecen observaciones interesantes en situaciones poco comunes, extremas en cierto sentido (aquí van tres de tres en las últimas nevadas en Pamplona). Este hecho se explota en la investigación científica, en la que se busca exagerar situaciones para que el efecto a analizar se haga más patente. Leo en Driving forces in physical, biological and socio-economic phenomena (un libro que ya comentaba hace unos días) que esa característica de la investigación en ciencias naturales se echa de menos en gran parte de la investigación en ciencias sociales.

martes, 9 de febrero de 2010

Plan estratégico social

Al hilo de la discusión que se ha generado en la entrada anterior (y que era más que previsible, la verdad), me he dado cuenta de un problema de nominalismo que merece un comentario algo más largo.

La palabra "ideología" tiene muy mala prensa, solo oírla hace que muchas personas huyen de la conversación, otros te dicen que te has apartado del tema. Aunque como prueba sociológica no sea muy válida (¿aún?), no hay más que ver el collage de imágenes cuando se busca "ideología" en google imágenes. Sin embargo una ideología política no es otra cosa que un plan estratégico para una sociedad: cual es la visión que tienes para ella a largo plazo, cual es su misión, con que valores (o ejes estratégicos) principales se pretende avanzar hacia la visión, etc.

Eso sí que tiene buena prensa, se puede volver a hacer el ejercicio de buscar en google imágenes y se respira tranquilidad, eficiencia, organización; no se percibe un solo valor negativo.

Probablemente las ideologías totalitarias de principios del siglo XX sean las que han dejado en tan mal lugar a la palabra "ideología". Y quizá sea necesario buscar una nueva denominación, pero el concepto es fundamental. Las religiones proponen un plan estratégico social (son ideologías políticas, entre otras cosas), el neoliberalismo económico sin duda es un plan estratégico social. Y que ninguno de los convencidos de esos planes estratégicos utilice la palabra "ideología", no evita que lo sea. Y además son ideologías globales, organizadas y poderosas.

Los valores tradicionales de la izquierda (la solidaridad, la igualdad, la justicia, el progreso, el pensamiento racional, un peso significativo de lo social por encima de lo individual, ...) no están armonizadas en un plan estratégico estructurado. El último que hubo estaba demasiado teñido de economicismo y nunca se puso en práctica sin una dosis de totalitarismo como para poder confiar en él...

En fin, puede que no sea capaz de plantear todo un plan estratégico alternativo, coherente, estructurado, realista y reflexivo, pero eso no quita para que me de cuenta de cuando otros me intentan hacer comulgar con las ruedas de molino de sus ideologías vestidas de lagarterana.

lunes, 8 de febrero de 2010

domingo, 7 de febrero de 2010

Felicidad (in)eficiente

Hace unos meses comentaba sobre la organización social de Butan, basada en incrementar la felicidad de los ciudadanos, no necesariamente su riqueza.

En estos tiempos que corren, especialmente con la crisis, parece que no haya más política que la economía, ni más economía que el crecimiento. Y para conseguir ese crecimiento hay que trabajar más, con menos seguridad y cobrar menos. La ortodoxia es tan inflexible que tiene a los economistas convencidos de que estas conclusiones son tan inexcusables, tan científicas, como la ley de la gravedad. Exactamente ese símil utilizaba un amigo el otro día.

Si pensamos de una forma muy abstracta y general, una colectividad humana es un sistema que consume recursos del planeta para conseguir... su propia vida, vidas largas y plenas, felicidad. Se podría definir un índice de eficiencia cultural como la relación entre la felicidad generada y los recursos consumidos para producirla. Justo eso es lo que se calcula en el Happy Planet Index, al que llego gracias a un amigo Colombiano (Colombia es un país que puntúa alto en el HPI). Este índice es uno de los estudios de un "think tank" denominado neweconomy, que tiene el brillante lema: la economía como si la gente y el planeta importaran.

Parece que no soy el únio al que no le parece sensato asumir como eficiente y justo, bueno en resumen, un proceso en el que un producto multiplica su precio por 200 desde el productor al consumidor y, lo que es peor, desperdicia miles de kilos en el camino (ver la odisea del tomate, magníficamente compilada por Kurioso)

No he tenido tiempo aún de estudiar el detalle del cálculo del HPI (la verdad tampoco del PIB o de las emisiones de CO2), pero solo el planteamiento ideológico merece la pena. Los gráficos que proporciona la página, comparando el índice por países y mostrando su evolución histórica son muy buenos y muy interesantes. Tendremos ocasión de volver sobre estas cosas, un material altamente recomendable.

sábado, 6 de febrero de 2010

¿Frikis, qué frikis?

Titula Púbilco "Los frikis dicen adiós a Eurovisión" y el artículo está ilustrado con una joven desnuda medio cubierta con una toalla. En el texto descubrimos que esa chica es la que va ganando en el procedimiento de democracia tutelada (mala cosa cuando la democracia lleva apellidos) que se ha puesto en marcha para elegir nuestro representante en Eurovisión.

Con "frikis" se refieren a personajes, más que personas, que se presentan a la votación por valores espurios, diferentes de lo puramente musical que se supone es lo que promociona el concurso de Eurovisión. El paradigma es Rodolfo Chiquilicuatre, que fue el representante hace un par de años, y que en vez de música proponía humor blanco (y discreta publicidad de una cadena de televisión, la sexta). Si los valores de los frikis son espurios, ¿cuales son los ortodoxos? Pues parece que la desnudez femenina, los cánones de belleza más rancios, una música sin originalidades, un modelo de negocio musical caducado y un sistema de votación que en realidad es más geopolítico que artístico.

A propósito de la participación femenina en el Alarde de Irún (si desfilan vestidas de militares o no) me decía un amigo que entre la tradición de que no lo hagan y la justicia de que sí lo hagan la auténtica solución estaba en... en dejar de celebrar una batalla y buscar motivos más actuales, inclusivos y festivos de reivindicar la propia personalidad en un día de fiesta. Y es que en esto de Eurovisión me parece que estamos igual, ante el dilema entre frikis y ortodoxos, lo mejor es que desaparezca el concurso de Eurovisión y busquemos otro tipo de competiciones más actuales, divertidas y sensatas.