martes, 24 de septiembre de 2013

Quitar para mejorar (pero no más)


Es magnífica esta imagen animada (gif animado que dicen los que saben lo que es un gif). A la vez que va dando indicaciones sobre como mejorar un gráfico, las va ejemplificando con un gráfico. Una forma visual, impactante y resumida de transmitir mucha información.

Procede de esta entrada en el blog de una empresa (Dark Horse Analytics) que se dedica, entre otras cosas, a la visualización de datos. Allí hay una versión en la que pasas las imágenes de una en una para apreciar mejor la evolución del gráfico.

Ya hace años, en 1983, Eduard Tufte, uno de los padres del análisis de la presentación visual de información cuantitativa, introducía el índice datos/tinta, como una medida de la cantidad de tinta utilizada en una representación un conjunto de datos. Una forma cuantitativa de comparar la calidad de representaciones de los mismos datos. Introdujo también otros índices, es un autor muy recomendable (además sus libros son muy bonitos, como no podría ser de otra forma).


A pesar de las alabanzas, me voy a permitir disentir un poco. Creo que el último paso es excesivo. Hay que quitar lo innecesario, pero no más, y para mi los ejes son necesarios. Las alturas de las barras, que es la información visual en la que se codifican los datos, alcanzan pleno sentido respecto de una referencia dada la escala. Si solo disponemos de la intercomparación entre ellas, que es lo que ocurre al eliminar el eje, empezamos a perder información en el "golpe de vista". Además la hacemos mucho más difícil de recuperar si queremos profundizar en el análisis. Así pues, con el criterio de maximizar la potencia comunicativa del gráfico, yo me quedaría con la versión de la figura adjunta.


Yo siempre pienso en la presentación visual de información cuantitativa en términos de "gráficas", y de maximizar su potencial comunicativo. Hay otras tendencias que las contemplan más como "visualizaciones" y añaden criterios centrados en la estética y el diseño que, en ocasiones, pueden interferir con el de maximizar la "comunicatividad" (valga el palabro). Supongo que la situación de uso del gráfico es la que debe dilucidar. Si se trata de un artículo científico no me apeo de mi criterio; ahora, si se trata de un periódico o una revista, dónde captar al lector es más importante que maximizar la información que se le comunica podría admitir visualizaciones menos óptimas.

Me llegó la info a través de @ptarra

lunes, 23 de septiembre de 2013

Si te lo ofrecen agresivamente no será tan bueno

En la lista de correos de la universidad ha aparecido un mensaje que nos anima a salir de la tarifa de último recurso y que abracemos las maravillosas ofertas del mercado libre de la electricidad. Dos días antes había venido a casa una persona de una compañía eléctrica, la misma que tengo contratada, a pedir la firma para que la factura volviese a ser bimensual... mentira. Al leer el contrato era un cambio completo de tarifa lo que se pretendía. No quiso dejar el documento que pretendía que firmáramos. O tomas la decisión en caliente o no tienes información. Claro que igual saben que serviría para denunciarles.

Ahora ya no lo hacen tanto, pero las compañías de teléfono seguían la misma táctica, llamarte por teléfono para ofrecerte tarifas maravillosas que no habías solicitado. Y en ocasiones, ese marketing agresivo pasaba la raya y daban por firmado un contrato que nunca se había firmado. A mi padre le ocurrió y tuvimos que pelear meses para revertir la situación.

Telefonía y consumo eléctrico comparten características muy similares: son servicios hoy en día esenciales en manos de oligopolios que se escurren de los intentos (poco firmes por otra parte) de regulación estatal. Esto supone unos mecanismos de tarifación abstrusos hasta lo incomprensible. No es por tirarme el pegote, pero siempre pienso que si en una familia con varios titulados superiores, algunos en ingenierías no tenemos clara la factura de la luz ¿que ocurre en el hogar medio? Solo el "consentimiento informado" tiene sentido. El consentimiento basado en la confianza que te merece el comercial lleva a latrocinios como el de la preferentes, un robo organizado y masivo del dinero de pequeños ahorradores de escasa capacidad crítica (por formación y edad sobre todo).

Es un problema complejo, en el que las asociaciones de usuarios y las administraciones públicas deberían luchar con más efectividad contra los lobbies de los proveedores de servicio. En todo caso, hay una regla de oro, de esas que las abuelas sabias siempre tenían presente: si te esfuerzas tanto en vendérmelo, seguro que no es tan interesante.

La figura, de aquí, es de una tarifa (publicitariamente espectacular) que también incluía clausulas encubiertas extrañas según cuentan aquí. Pero vamos, hay miles de ejemplos, no se trata de hacer una lista.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Gráficas malas y peores

La gráfica de la evolución de la inversión en I+D+i, la de arriba en la figura, nos ha dado ya para dos comentarios: sobre la inercia en investigación y sobre el nacimiento y declive del sistema español de I+D. Para terminar la serie, merece la pena comentar también sus aspectos formales. 

La verdad es que no es una gráfica muy buena. Por algún motivo que desconozco parece que dibujar de forma expresa el eje vertical se ha pasado de moda. Disfuncional moda si en efecto es así. Como sí se dan los valores de cada punto, se puede reconstruir el eje mentalmente, más o menos. No es fácil saber si el eje comienza en cero, aunque lo más probable es que si.

No hace mucho la televisión pública publicaba una gráfica que generó una intensa reacción (ver por ejemplo en The Functional Art), y no sin razón. Aquí no solo está desaparecida la escala vertical, la horizontal también. Como en el caso anterior hay datos como para reconstruirla mentalmente, pero entonces es cuando más "sorprendente" resulta, por decirlo de un modo suave. Tanto el eje x como el y son tramposos. Aquí parece obvio que la elusión no es una cuestión de moda, aunque se beneficie de ella), sino de falta de honestidad intelectual. La magnitud representada, el paro, tiene un componente estacional, con lo que lo lógico es presentar un año entero, de forma que se pueda apreciar dicha estacionalidad. Pues eso no ocurre: error en eje eje de tiempos, el x. Por otra parte, a partir de los dos números que se ofrecen podemos estimar por dónde andará el origen de coordenadas... algo por debajo del suelo si la imagen está proyectada en una televisión típica. Error en el eje de ordenadas. Estos errores no son inocentes: esta gráfica errónea da una impresión visual de bajada significativa, impresión que no se corresponde con la realidad de los datos. Si se toma un año entero (ver aquí) no solo no hay bajada, sino que hay subida, esos 4,69 millones de parados de agosto eran 4,58 un año antes. Por otro lado, en el otro eje, cuando se representa la bajada desde cero resulta imperceptible (ver por ejemplo aquí, o más exagerado aún). Los datos, por tanto, ni presentan una bajada en un periodo comparable, ni la bajada estacional es significativa. Luego la gráfica transmite un mensaje totalmente contrario al de los datos que se supone que representan. Es una tergiversación, una mentira. Y las mentiras en lenguaje gráfico son tan lamentables o más como en el léxico.

Las reglas son muy sencillas: colocar el eje vertical explícitamente e indicar claramente dónde se encuentra el cero de la variable. Con eso se evitan dificultades de interpretación y, más aún, interpretaciones torticeras.

Por cierto, una gráfica impecable para mi gusto con datos equivalentes al gasto en I+D es la primera del post antes citado (ver). Es verdad que da cierta pinta de antigua (y lo es, de hace 17 años concretamente), pero su calidad informativa es innegable, y en mi opinión ese es el valor supremo en las gráficas, y lo sigue siendo aunque les cambiamos de nombre y les llamamos infografías.

viernes, 6 de septiembre de 2013

De nuevos Amish y electrofobias

Una pareja de canadienses con hijos pequeños ha decidido vivir como en los años 80, en 1986 para ser exactos. Lo cuentan en Cooking Ideas. Visto que sus hijos hacían un uso de la tecnología actual que les resultaba excesivo, no se han andado con paños calientes. Fuera móviles, internet, ipads y esas fruslerías y a disfrutar con las cintas de casette y las televisiones de rayos catódicos.

No es el primer momento en la historia en que los avances tecnológicos producen esa sensación de "que se pare el mundo que me quiero bajar". Seguramente el caso más pintoresco es el de los Amish, una variante de los protestantes Menonitas que rechaza el uso de la tecnología posterior a la revolución industrial. Por cierto, que es un movimiento que está aumentando mucho en número de adeptos en los últimos años.

Parece que tenemos una dualidad entre la fascinación por lo nuevo, esa que lleva a los expertos en marketing a que todos los detergentes sean sistemáticamente nueva fórmula, y el temor a lo que no ha sido sancionado por siglos de experiencia colectiva. En estas nos vemos ante la revolución de las tecnologías de la información y las comunicaciones (que ya se que es un tópico, pero es verdad que es revolucionaria) y hay reacciones en todo el abanico del espectro, desde los modernos que no pueden ni ir al baño con su ipad último modelo con conexión de alta velocidad hasta los refractarios canadienses que comentábamos al principio.

Todas esas posturas, resultado de actitudes personales, son legítimas y respetables. Ni la pareja canadiense, ni los Amish, ni los gafapastas de tableta incorporada me dicen cómo tengo que vivir yo. Las narrativas que desarrolla cada uno para mantener su postura no son equivalentes, pero vamos, allá cada cual con su vida. Sin embargo hay otra idea que yo creo que deriva de la misma dificultad de asimilar con sensatez la novedad que si resulta perniciosa: la electrofobia. En un retorcimiento lógico se genera la creencia de que las ondas que transportan esas nuevas tecnologías (WiFi, GSM, incluso microondas) son peligrosas para la salud. No las que transportaban tecnologías que se asimilaron más lentamente (como la radio y la televisión), sino estas modernas de irrupción tan violenta. La expansión de esa creencia encuentra el terreno abonado en multitud de personas que sufren con su lucha interna frente a la dualidad novedad- tradición que plantean las TIC. Si se quedaran ahí, como unos nuevos Amish, anclados en las previas de otra revolución no pasaría demasiado, allá cada cual con su vida. El problema es que su narrativa les obliga a militar, y a intentar imponernos a los demás su creencia, en forma de leyes y normativas. Y eso si es intolerable.

Quiero dejar claro que una cosa es la electrofobia como creencia, que es a lo que me he referido antes, y otra la investigación científica sobre los efectos biológicos de las radiaciones no ionizantes. Lo segundo es algo muy importante, en lo que los poderes públicos deben invertir, y que se debe realizar con el rigor y seriedad habituales en la investigación científica. De hecho se viene haciendo desde hace años, siempre con los mismos resultados. Unos resultados que no soportan en absoluto la creencia en la electrofobia

Foto de Wikimedia

miércoles, 4 de septiembre de 2013

¿Cómo contribuye el empleo a la calidad de vida de la personas con discapacidad intelectual?

Dichas personas perciben una calidad de vida notable, valoración que su entorno, familias y profesionales, rebajan a un aprobado alto.

Este sería el resumen último de la tesis doctoral de Maria Jesús Álvarez, a cuya defensa invitaba en la entrada anterior.

Para poder decir eso con seguridad hubo que diseñar un cuestionario adecuado para la tarea y pasarlo a algo más de mil personas; entre pilotajes y recogidas de datos, a personas con discapacidad y gente de su entorno. 

Es interesante comprobar la coherencia de los resultados a la hora de desglosarlos en la dimensiones que componen el concepto (o "constructo", como se dice de forma más técnica y pedante) de calidad de vida. Hay una diferencia de casi dos puntos (sobre 10) entre las valoraciones de las personas con discapacidad y las de su entorno, y esa diferencia es muy constante por dimensiones. También es llamativa la coincidencia de valoración entre las familias y los profesionales, monitores y técnicos de los centros que emplean a las personas con discapacidad intelectual entrevistadas.

Las diferencias de puntuación entre unas dimensiones y otras no es fruto del azar, refleja una situación ya señalada por otros autores y que es bastante general en el mundo desarrollado. Las dimensiones de bienestar están bien conseguidas: tienen lo que necesitan y están físicamente bien, incluso emocionalmente, aunque ya un poquito peor. Sin embargo no está tan bien conseguido que sean sujetos de sus propios derechos, una inclusión social efectiva y, lo que menos, que sean dueños de su propio destino (i.e. autodeterminación). Una situación que, salvando las distancias, recuerda un poco el lema de la monarquía ilustrada: todo para el pueblo pero sin el pueblo.

Por supuesto que un trabajo tan extenso y minucioso, tantos cuestionarios y entrevistas, han producido mucha información más. Ahora falta el trabajo de irlo estructurando en publicaciones adecuadas, el tribunal ya animó mucho a la doctoranda a que lo hiciera. La ya doctora, y con la máxima nota, seguro que lo irá haciendo. Estaremos al tanto para informar.
Doctoranda, directores y tribunal, de izquierda a derecha: José María Peiró, J. Sevilla, Reyes Berruezo, María Jesús Álvarez, Ildefonso Grande y Feli Peralta

lunes, 2 de septiembre de 2013

Defensa de tesis doctoral

Hoy lunes 2 de septiembre, a las 17:30 se defiende esta tesis doctoral. Será en la UPNA, en la sala Nicolás de Oresme.

Toda persona interesada en el tema está cordialmente invitada. La exposición no durará mucho más de media hora, y aunque el entorno académico asuste un poco y parezca muy solemne eso de la tesis, se entiende todo muy bien. Mariaje ha preparado una charla agradable e interesante (para el personal interesado en el tema, claro, no es que sea el club de la comedia).

Las defensas de tesis son actos públicos, y la verdad es que es una ocasión estupenda de mostrar a la sociedad que lo que se hace desde esa supuesta torre de marfil que es la universidad tiene sentido y es relevante para la sociedad... Por si no lo habíais notado, animo a asistir a todo el mundo.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Nacimiento y declive del sistema Español de ciencia y tecnología

Hay cosas que parece que han estado ahí siempre, pero, como todo, un día nacieron. El sistema español de ciencia y tecnología es uno de ellos.

No es que no hubiera ciencia hecha por personas nacidas en España desde siempre, pero la organización de esa actividad como cuestión de estado es reciente en todas partes, y en España un poco más.

Se suele considerar el proyecto Manhattan, la creación de la bomba atómica (y eventualmente su beneficio en forma de inmediata victoria en una guerra brutal) como el inicio de la ciencia como cuestión de estado. Y como tal y la estructuración de un auténtico sistema de organización de la misma (el primero, el americano, se debe al interesante personaje Vannevar Bush).

Veinte años después, en la España del Seat 600, se crea la primea estructura de financiación de proyectos científicos, la "comisión asesora" (CAICYT), y con ello la inversión estatal en I+D comienza a existir; véase en la primera gráfica de la figura. Esta figura procede del artículo "El sistema español de ciencia y técnica" publicado por Ángel Pestaña en 1996 en Investigación y Ciencia. Tras ese tímido nacimiento, aún vivo el dictador, hay 15 años de suave crecimiento, inapreciable en la escala de la gráfica, aunque porcentualmente muy significativo. Es con la transición cuando comienza un impulso verdaderamente llamativo. Es en los 80, en los tiempos de la movida, cuando la ciencia española se hace mayor, y adquiere unos niveles de financiación escasos, pero de país avanzado. Aquellos 35.000 MPts estaban en el entorno del 1% del PIB, aún lejos del 3% de los países verdaderamente importantes, pero ya en el mismo orden de magnitud.

A partir de los 90, una vez que ya hay auténticamente un sistema nacional de I+D (jóven y poblre pero decente), el principal fenómeno que se aprecia en la financiación del I+D es la confusión contable. Dado que ya es un número del que se puede sacar pecho (políticamente, se entiende), lo importante parece ser el número más que la realidad que lo sustenta. Se empieza entonces a trampear con lo que se puede computar como I+D, se añade ina "i" a la suma de letras que permite computar otros gastos, se incluyen créditos además de subvenciones... Supongo que los especialistas no se pierden, pero deja de ser algo transparente. Lo que si parece claro es que, en % del PIB, la inversión se estanca a comienzos de los 90 durante un par de décadas. En este tiempo, todas las campañas electorales prometen esfuerzos para subir hasta el 3%, que es una especie de número mágico que garantiza prosperidad a los países que lo alcanzan. Sin embargo ningún gobierno hace realmente nada. Ministro tras Ministro se esfuerzan en sacarle más partido a la misma inversión (en % del PIB, no en valor absoluto) con programas cada vez más complejos y burocratizados. Extraño camino el de la búsqueda de la eficiencia imposible por la burocracia...

Y con eso llegamos a la crisis actual, un momento en el que la emergencia presupuestaria ha borrado toda sombra de planificación estratégica. No quiero hacer hipótesis sobre las causas (psicológicas, ideológicas,  pura estupidez, etc.) que mueven a los gestores de lo público (a.k.a. políticos) a tomar sus decisiones, pero se ha roto una tendencia que comenzó en 1965. En los últimos años se ha perdido un tercio de la financiación. Se ha escrito mucho sobre la repercusión de este descenso en la financiación del I+D, está claro que es la incorporación de talento al sistema el elemento que más sufre y peores consecuencias tendrá a largo plazo. Merece la pena no perder esta perspectiva de décadas ¿cuándo y cómo se invertirá la nueva tendencia? Perdido la vergüenza, y pagado el precio político de invertir una tendencia de 40 años, ¿Quién va a invertir en una actividad que da réditos en una escala temporal muy diferente de la electoral? El valor estratégico de la ciencia para un país fue un consenso no escrito entre todos los actores de la gestión de lo público (a.k.a. partidos políticos y comunidades autónomas) desde el tardofranquismo hasta anteayer. ¿y ahora qué?